Volumen 1, N°1 Agosto de 2004

Las epidemias del siglo XVII en la historia demográfica de Florencia (1)

 

Introducción

Durante el siglo XVII, los efectos derivados del proceso de atlantización se hicieron sentir sobre la península itálica en manera crítica durante el decenio 1620-1630.

Durante ese período, la Guerra de los Treinta Años, tan desfavorable para Alemania, se manifestó sólo marginalmente en Italia con consecuencias negativas para las áreas controladas por los españoles --Milán, Nápoles y Sicilia— regiones que tuvieron que afrontar los gastos militares del Estado dominante.

El Ducado de Milán se vio afectado por los problemas derivados de la posesión de la Valtelina (1624-1626). En 1627 se inició la guerra de Casale debido a la ocupación francesa de Saluzzo y Pinerolo que produjo la carestía y los soldados esparcieron, además, la peste bubónica. La guerra concluyó con el Armisticio de Charasco, 1631, que otorgó el Monferrato a los Gonzaga - Nevers, sucesores de los Gonzaga de Mantova.

Este rostro de la Guerra de los Treinta Años muestra toda la debilidad de la sociedad italiana del siglo XVII. Carestía y peste se abatieron por doquier agravando las situaciones de crisis interna. Como consecuencia de ello, podemos visualizar la dramática caída de la industria textil italiana, lo que se puede constatar claramente en Venecia, Florencia, Milán y en el sur de Italia. En el caso de Venecia y Florencia, ciudades en donde el gobierno practicaba una economía mercantilista, podemos hablar de decadencia y de caída de la producción. En cambio, en Milán y el sur podemos observar la casi absoluta desaparición de la manufactura.

La decadencia de la manufactura y del artesanado en la península dicen relación con variados aspectos. En lo principal, la península tuvo que afrontar la competencia de las manufacturas inglesas, francesas y especialmente holandesas las que, ofreciéndose a un precio menor, determinaron la transformación de la península en una “economía marginal”, al mantener ésta el alto precio de sus productos por efecto de la mejor calidad y del alto costo de producción. No obstante ello, la economía de la península perdió competitividad frente a la industria extranjera, lo que también se debió a la incapacidad de las estructuras políticas para mantener un papel significativo en el contexto de la economía de los Estados Nacionales europeos.

Las consecuencias del cambio de rumbo del tráfico comercial hacia el mundo atlántico se notan ahora claramente: ingleses, franceses y holandeses son los que se han apoderado del tráfico, obligando con ello a la península, hacia fines del siglo XVII, a importar las manufacturas producidas en el exterior reduciéndose Italia al papel de exportador de materias primas.

Con relación a lo demográfico, Europa había comenzado paulatinamente a aumentar el volumen de su población, tan diezmada por la peste negra de 1348. Sin embargo, las condiciones de vida de la población continuaron siendo duras y difíciles. Ello se manifiesta principalmente en la persistencia de una alta tasa de mortalidad infantil durante el primero y hasta los diez años de edad. Todo esto, en términos generales, significa que hacia el siglo XVII, la mortalidad infantil se mantiene sobre los 200%, lo que en términos reales sólo permite un aumento global de la población del orden de un 25%, con relación al volumen que poseía durante el siglo XIV, principalmente por causa de una alta mortandad causada por las continuas guerras y carestías.

En medio de este cuadro negativo, aparece por última vez en Florencia la peste negra durante los años 1630-1633, anticipándose claramente a las demás ciudades al respecto, ya que la última aparición de este flagelo en la península italiana se registra hacia los años 1656-1657 en Nápoles y Génova.

La retirada de la peste obedece a varias razones; sin embargo, es necesario insistir particularmente en el cambio de actitud de la población frente al mal. En la península, y principalmente en los Estados del centro y del norte, se desarrollaron organismos sanitarios encargados de combatir y frenar las epidemias. Estos organismos conocidos como Magistraturas de Sanidad fueron perfeccionando en el tiempo las medidas que se aplicarían tanto al aparecer la epidemia como igualmente, de manera preventiva, al desaparecer el mal.

Del conjunto de estas medidas podemos destacar: la cuarentena, el cierre de las fronteras, el pregón de las áreas infectadas, la cuarentena a los extranjeros y sus productos, las boletas de sanidad que certificaban la proveniencia desde lugares no infectos, los lazaretos destinados al cuidado y aislamiento de personas durante la cuarentena, etc. ... Naturalmente, resulta difícil evaluar la eficacia de estas medidas, pero lo que sí resulta claro de constatar es que ellas limitaron notablemente la posibilidad de transmisión de las epidemias.

En este contexto en el que insertamos nuestro artículo, el cual pretende continuar la problemática tratada en el artículo titulado “Las Epidemias en la Historia Demográfica de Florencia. 1325-1600”, analizando específicamente la incidencia de las epidemias en la historia demográfica de Florencia y la peste negra de 1630-1633 como preocupación estatal.

Aunque, en principio, nuestro interés era abarcar un periodo más amplio, y concretamente los siglos XVII y XVIII, hemos optado finalmente por analizar solamente al siglo XVII, ya que este siglo manifiesta todavía una continuidad de las formas epidemiológicas más importantes de la historia, a saber: peste, tifus y viruela, respectivamente, lo que contrasta notablemente con las epidemias que se desarrollarán en Florencia durante el siglo XVIII, las que nos mostraría un cuadro totalmente nuevo con la aparición de la escarlatina, la disentería, la angina, el sarampión, la parotiditis, la tos convulsiva, etc.

También, en el análisis del presente artículo, nos hemos apoyado en las cifras de mortandad extraídas del Archivo del Estado de Florencia (A.S.F.), Serie della Grascia y Arte dei Medici e Speziali y del Archivo de la Archiconfraternidad de la Misericordia de Florencia (A.M.F.). Igualmente ha sido de inestimable ayuda para nuestro análisis las obras de Francesco Rondinelli “Relazione del Contagio stato in Firenze l’anno 1630 e 1633” y de Alfonso Corradi “Annali delle epidemie occorse in Italia dalle prime memorie fino al 1850”. La obra de Rondinelli ha sido la única escrita en la ciudad contemporáneamente al desarrollo de la peste, razón por la cual ella se convierte en el documento obligatorio sobre este tema. La obra de Rondinelli es también una referencia de primera necesidad para todo aquél que quiera introducirse en el análisis de las epidemias en Italia. Por desgracia, para el caso florentino durante el siglo XVII, no disponemos de testimonios cronísticos tan abundantes como los que existen para los siglos anteriores, lo que podría hacer aparecer poco sólido el análisis, al no contarse con mayores referencias estadísticas y generales sobre algunas epidemias.

Finalmente, es necesario recalcar una vez más, que las cifras que se manejan en el presente artículo tienen el carácter de proyección estadística o de muestreo, al derivar de fuentes no regulares y científicamente elaboradas.

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