Volumen 3, Nº1 Agosto de 2006

Movimientos de Consumidores en Chile. Entre la Novedad y el Reciclaje

 

III. La Clase Media y el Consumo Moderno

Se ha hecho un tema común acusar a la sociedad moderna de consumista. Existe en tal concepto un sentido peyorativo y denunciador de una falta de contenido trascendente y/o moral que sustente tal denominación. Ser consumista denota, por tanto, aspectos éticos y valóricos que son desestimados ante la posibilidad de concretar aspiraciones postergadas. Esto quizás es más válido en sociedades que, como la chilena, se han incorporado más tardíamente a un sistema de consumo de masas, donde la adquisición de bienes materiales es uno de los motores esenciales de la actividad humana[14].

En las sociedades modernas el acceso mayoritario de la población a la adquisición de elementos considerados como indispensables, principalmente electrodomésticos, automóviles y una casa, ha ido desperfilando las distinciones tradicionales de clase. La estructura de consumo de la sociedad es casi la misma, siendo sólo diferenciada por la capacidad de elección que el poder adquisitivo permite. Los objetos de consumo no son sólo la clave en la adquisición, sino la calidad y variedad de ese consumo. Así mismo, la estructura del gasto parece haber cambiado, poniendo énfasis en la adquisición de bienes durables. Con variaciones, más o menos, esta estructura de consumo identifica a la amplia e informe clase media, excluyendo a las elites y la masa de pobres y marginales que no han superado la línea de la supervivencia.

Si se sigue la definición que entrega Tomás Moulian de “consumismo” y las consideraciones psicológicas en la teoría de la demanda del consumidor, unido a los datos estadísticos de endeudamiento --dados por Moulian[15]-- se puede observar que los segmentos más dispuestos y concretamente expuestos a conductas consumistas, que hipotecan su futuro, son los grupos clasificados como C3 y C2. Esto coincide con las estrategias publicitarias –instancia que siguiendo la teoría de “el efecto dependencia”[16], influye en las decisiones consumidoras de la sociedad- cuyos son concretamente estos segmentos y, particularmente, el segmento C2[17] (más adelante, mencionar modelo publicitario de followers). Son estos segmentos, incluyendo el C1 y el D los que acceden al crédito de consumo. En los tramos C1 y C2 se enfatiza el consumo de bienes durables y constituyen, según el modelo publicitario de conducta del consumidor, los “seguidores”, que masifican los productos. Para el caso de los C3 y D, además de aspirar a bienes durables, los préstamos de consumo, formales e informales solucionan las deficiencias del sistema de salud, del sistema previsional y concretan “negocios”, cuyo objetivo es ampliar su poder adquisitivo y con ello modificar su status y capacidad de gasto[18].

Para el presidente del CONADECUS, Ernesto Benado, un consumidor es aquél que tiene la capacidad de elegir: “la gente pobre no es considerada consumidora, porque pide fiado; si no pueden elegir no son consumidores”. Por su parte, la posibilidad de elección asegura la justicia del valor del producto, en el contexto de una clase media que no aceptaría el abuso. El mercado se regula por la competencia que es el primer grado de defensa del consumidor.

I. Introducción | II. La Teoría de los Nuevos Movimientos Sociales y los Grupos Intermedios | III. La Clase Media y el Consumo Moderno | IV. Ciudadanía y Consumidores en la Clase Media. | V. La Ciudadanía Protesta | VI. Organizaciones de Consumidores | VII. Movimientos Sociales de Consumidores: Liderazgo, Discurso y Acción | VIII. Los sin Techo: El Caso Eurolatina | IX. Reflexiones Finales | Notas | Versión de impresión

 




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