Volumen 3, Nº1 Agosto de 2006

Movimientos de Consumidores en Chile. Entre la Novedad y el Reciclaje

 

IX. Reflexiones Finales

La implantación del sistema neoliberal, que lanzó a la sociedad en el vertiginoso mundo del “consumo moderno” ha impuesto una serie de interrogantes y problemas que afectan transversalmente a todo el cuerpo social. No obstante tal transversalidad, las reivindicaciones existenciales y aspiracionales de la amplia y heterogénea clase media chilena, identificadas con el consumo como instrumento de status y clase[37], han generado un emergente movimiento de consumidores que intenta ser representativo de ese conglomerado social.

Desencantada de lo político, la clase media chilena lleva adelante individual y colectivamente reivindicaciones económicas que se dirigen a perfeccionar el sistema de libre mercado, sin soslayar una crítica al mismo, a no ser en aquello que afecte directamente sus intereses o los intereses de colectivos con los que se identifique.

Existirían dos niveles de tipología en dichos movimientos. Por una parte, una tendencia a la denuncia, una moda de denunciar, de llamar la atención de los medios con dramas de los que somos partícipes a diario. Formas veladas de crítica al sistema, de la falta de paternalismo de un Estado distante e ineficiente para “solucionar los problemas de la gente”. La clase media asume un discurso de desarraigo, pero a la vez reniega de él, como una forma de apropiarse de una identidad autónoma, independiente y autosuficiente que prescinde de la ayuda pública. No obstante ello, la denuncia reclama al aparato estatal el establecimiento de normas, de regulaciones y fiscalizaciones que aseguren los reales beneficios del consumo. La inseguridad ciudadana se acentúa frente a un sistema económico agresivoe impersonal, sin caras y aparentemente sin responsabilidad.

Por otra parte, la nueva realidad del consumo masificado ha despertado a antiguos y nuevos líderes que con una conciencia histórica de los derechos civiles, organiza e intenta representar los nuevos intereses económicos y ciudadanos de la sociedad. Líderes reciclados de antiguos sistemas representativos, con discursos desideologizados, apolíticos que aluden a conceptos como “ciudadanía”, “cambio”, “acción”, desechando viejas “luchas” o connivencias políticas, transforman las típicas estrategias de enfrentamiento, por el uso de las nuevas herramientas de las comunicaciones: estrategias publicitarias y mediáticas, se mezclan con los gritos y demandas públicas en las calles.

Los movimientos de consumidores, como una nueva forma de organización ciudadana aglutinan, a partir de un líder carismático, a una gama heterogénea de individuos que se comprometen con la causa. Los líderes, antiguos dirigentes vecinales, sindicales, ex miembros de partidos políticos, exiliados, profesionales jóvenes en su mayoría, son los llamados a ejercer un liderazgo de nuevo tipo, acorde con las nuevas demandas. Su origen y antigua pertenencia no dejan de estar presentes en el discurso y estrategias que construyen. Su referente sigue siendo el Estado al cual demandan, critican y resitúan en un orden de cosas que tiende a minimizarlo.

Contradictoriamente, el blanco de las organizaciones de consumidores no es el sistema económico, no observan en él más que las imperfecciones que el Estado no ha regulado. Esta dependencia discursiva con respecto al Estado ha restado la eficiencia de estas organizaciones al momento de aportar en la construcción de una sociedad civil, convirtiéndolas en meras receptoras de las denuncias y reclamos individuales de los consumidores. La falta de preparación y de expertizaje de la mayoría de los líderes –aún cuando algunas organizaciones como CONADECUS y ODECU están asociados a los Consumers international- dejan en manos del voluntarismo y figuración pública un problema que, en la medida que los beneficios del consumo y el consumo como fin en símismo vaya siendo superado, va a demandar una postura frente al modelo y frente a la sociedad que resulte de su aplicación. Los resultados ya se atisban.

Es sin duda la clase media la que concentra el liderazgo de estas organizaciones, así como sus adherentes, los que responden al modelo de asociación espontánea, funcional, temporal con un alto sentido del costo-beneficio, miden las consecuencias de su compromiso a partir del riesgo que corre su seguridad. Los une un sentido moderno de la justicia y de lo justo, del valor dado al consumo dentro del modelo, potenciado por un discurso económico estatal que más que la producción y el trabajo hace depender sus políticas y el bienestar social, del gasto.Cada individuo tiene un valor dentro del modelo y esa conciencia ha ido despertando también reivindicaciones que obedecen a una suerte de reciprocidad normativa y estatal que debe resguardar ese estado de cosas. En ese orden, la clase media en su núcleo central no se organiza, sino que se suma, se adhiere con un nivel menor de compromiso, aunque refuerza con ello una identidad de consumidor consciente y valioso. Las dudas éticas con respecto al hedonismo del acto de consumir son disipadas por un discurso neoliberal, que acentúa el valor del consumo como una conquista de bienestar y mejoramiento de la calidad de vida, más que de un estilo de vida.

En la construcción del estatus, los imperativos clasistas dejan de tener sentido, toda vez que reposiciona a la clase media en un estado de tránsito, le quita envergadura y la identidad creada con el consumo moderno. La conciencia de clase se ha seguido construyendo no en la oposición o en la lucha ideológica sino en el potenciamiento de una identidad perdida entre la fuerza de los márgenes consolidados históricamente.

La heterogeneidad connatural de este amplio segmento, va marcando estratos medibles a partir de la capacidad de asociatividad, compromiso ydemandas relacionadas con actos de consumo. En esta investigación se ha podido comprobar que en la medida que los recursos de los denunciantes disminuyen o las demandas afectan a objetos identitarios fuertes, con los márgenes de pauperización, la fuerza que adquiere el grupo en la protesta gana en compromiso. En el caso de Eurolatina -que ha sido analizado-, el carisma del líder sigue siendo el motor, pero las demandas buscan una mayor injerencia del Estado como protector en un orden de cosas donde hay víctimas y victimarios. El discurso se convierte en la lucha del pueblo por justicia, por equidad, y las formas de asociatividad refuerzan una conciencia de clase histórica, aunque no lo suficientemente identitaria como para renegar de la independencia y autonomía con respecto al grupo. Los intermediarios entre las fuerzas misteriosas del modelo y sus precarias realidades son políticos valorados no ideológica sino moralmente, que no dudan en instrumentalizar políticamente –por lo general, veladamente- tal compromiso y confianza[38].

Los movimientos de consumidores están limitados desde su origen. Surgen en un ámbito donde el consumo como placer no ha disminuido lo suficiente. Donde los beneficios marginales del consumo siguen siendo altos, donde el nivel de gasto constituye un indicador de estatus y donde la sociedad civil no está consolidada. No pueden abandonar viejas formas de ser y de hacer, y no se han comprometido a formular una crítica directa al modelo, porque afecta sus intereses particulares. El movimiento adquirirá solidez a partir de la coherencia de la fuerza en común y de la independencia, como lo ejemplifica el discurso –aunque no por ello más eficiente en la práctica- del Quinto Poder, movimiento social de la clase media argentina, que entre sus principios declara:

“A la hora de ver a quienes perjudicar, no hay mucho para pensar; ¿no? Hoy una vez más, la brecha se agranda. Y ya ni pensamos en crecer. Nos conformamos con no perder mucho, o todo.....Es triste. Está claro que si no torcemos el timón el rumbo está fijado y hacia donde vamos no hay futuro; por lo menos no para nosotros. Para torcer el timón hace falta fuerza. Y ése es precisamente nuestro primer objetivo. Generar una nueva fuerza, un nuevo poder. Nuestro poder está en la suma. Tenemos el increíble poder de representar juntos más del 90% del consumo local en los principales rubros. Si bien para el mercado o el gobierno individualmente no representamos nada, agrupados tenemos una incidencia impresionante en el consumo, la recaudación de impuestos y el pago de servicios. Incidencia que en caso de tornarse negativa puede traducirse en pérdidas de miles de millones de dólares. Es hora de que tomemos conciencia de que somos los principales "clientes" de quienes nos estafan. Sin nosotros (los consumidores) ellos no existen. Por eso vamos a reclamar en conjunto y si no nos escuchan: vamos a dejar de comprarles, vamos a dejar de pagarles, vamos a cambiar a otra marca, vamos a atacarlos con millones de juicios al mismo tiempo, vamos a entorpecer su operatoria y vamos a hacer todo lo que sea necesario hasta que entiendan que ya no vamos a tolerar más incumplimientos ni abusos.Esta tarea no es nada simple. Vamos a necesitar agruparnos y organizarnos para llevar nuestras ideas a la práctica. Para ello hemos implementado este sitio y un plan dividido en tres etapas”[39].

 El poder de este grupo está en el valor dado al consumo como acto identitario y potenciador de la clase media; a la independencia del sistema y a una estrategia con un costo-beneficio que, aunque disminuye con relación al nivel de adhesión, sigue siendo alto.

I. Introducción | II. La Teoría de los Nuevos Movimientos Sociales y los Grupos Intermedios | III. La Clase Media y el Consumo Moderno | IV. Ciudadanía y Consumidores en la Clase Media. | V. La Ciudadanía Protesta | VI. Organizaciones de Consumidores | VII. Movimientos Sociales de Consumidores: Liderazgo, Discurso y Acción | VIII. Los sin Techo: El Caso Eurolatina | IX. Reflexiones Finales | Notas | Versión de impresión

 




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