Volumen 3, Nº1 Agosto de 2006

Una Mirada al Movimiento Popular Desde dos Asonadas Callejeras (Santiago, 1888-1905).

 

IV. Conclusión

Las jornadas de abril de 1888 y de octubre de 1905 pusieron en escena a distintos componentes del mundo popular, revelando con nitidez la brecha existente entre las vanguardias sociales y políticas y la masa de desheredados carentes de organización y representación colectiva. Ambas dinámicas, la de los movimientos más estructurados, aglutinados generalmente en torno a proyectos de regeneración y emancipación más o menos explícitos, y la del espontaneísmo propio de las “rebeldías primitivas”, seguían presentes del mismo modo como lo habían estado durante mucho tiempo en el siglo XIX.

Probablemente en 1905, la diferencia con situaciones anteriores estaba dada por el surgimiento de corrientes políticas -como los anarquistas- cuyo discurso tendía a estimular “acciones directas”, algunas de las cuales eran similares en sus manifestaciones externas a las en que espontáneamente incurría la masa marginal en sus estallidos de cólera. Hasta qué punto existía una convergencia o retroalimentación entre la práctica política de los libertarios y el espontaneísmo de la “barbarie”, es algo muy difícil de precisar. Si bien en otro trabajo hemos podido identificar algunos segmentos populares -como los mineros del salitre y del carbón- que transitaron durante esos años desde las conductas de la violencia espontánea hacia movimientos organizados[108], ello no nos permite responder esta interrogante ya que en general esa mutación no se produjo en el sentido propiciado por los ácratas, sino en la perspectiva de la interpelación ordenada -aunque a veces enérgica- de los poderes públicos.

O bien la convergencia y retroalimentación entre la “barbarie” espontaneísta y la “acción directa” con objetivos revolucionarios propiciada por los anarquistas no ha sido perceptible por la pobreza de las fuentes utilizadas hasta ahora, o simplemente, la fusión no se produjo ya que el grado de marginalidad social dejaba a ciertos sectores del “bajo pueblo” sin posibilidades de incorporarse a las dinámicas movimientistas que implicaban ir más allá de la asonada, accediendo a niveles de organización y representación permanentes.

Tal vez este problema -que es a la vez historiográfico y político- no tenga solución porque el “movimiento popular” nunca abarca todo el universo de lo popular sino, principalmente, a una especie de vanguardia social flexible, elástica, más o menos precisa según las circunstancias, pero vanguardia al fin y al cabo, que se constituye en torno a objetivos y acciones que se van delineando en cada coyuntura histórica.

Por ello, centrándonos en lo que se observa con mayor nitidez, cabe recordar que la participación en las manifestaciones de octubre de 1905 de gremios en huelga que agitaban sus propias reivindicaciones al interior del gran movimiento por la abolición del impuesto al ganado argentino, así como las consignas en contra de los explotadores y especuladores[109], ilustran el paso de las viejas asociaciones de corte mutualista, que encarnaban el proyecto de “regeneración del pueblo”, hacia formas de organización de tipo sindical, que levantaban la bandera más radical de la “emancipación de los trabajadores”. De esta manera, la incursión por esas asonadas nos permite captar uno de los fenómenos más sustantivos del movimiento popular en Chile en la alborada del siglo XX.

I. Introducción [1] | II. La “Huelga de los Tranvías”. | III. La “Huelga de la Carne”. | IV. Conclusión | Anexo Nº 1 | Anexo Nº 2 | Notas | Versión de impresión

 




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