Volumen 1, N°1 Agosto de 2004

La misión Kemmerer a Chile: consejeros norteamericanos, estabilización y endeudamiento, 1925-1932 (1)

 

La misión Kemmerer

Inmediatamente después de deponer a Alessandri a fines de 1924, la Junta Militar instruyó al embajador chileno en Washington para comunicarse con Kemmerer y preparar una misión que tuviera como modelo su viaje a Colombia en 1923. Aunque Kemmerer mantuvo informado al Departamento de Estado de los Estados Unidos, la misión fue un acuerdo totalmente privado entre él y el gobierno chileno[21]. Mientras Kemmerer presidía al grupo y se concentraba en el diseño del Banco Central y del padrón oro, Howard M. Jefferson se especializaba en cuestiones bancarias generales. Jefferson era un funcionario del Banco de Reserva Federal de Nueva York y el único que había integrado el grupo de Kemmerer en Colombia en 1923. Harley L. Lutz, profesor de la Universidad de Stanford, fue el experto en tributación. Joseph 1. Bryne había servido previamente en una firma de contadores públicos en Nueva York y como miembro de la Misión Financiera de los Estados Unidos de América al Perú en 1922-23 llegó a desempeñarse como Recaudador General de Aduanas. Ahora Bryne asesoraba a la Misión Kemmerer a Chile como consejero del control fiscal y de contaduría, el mismo papel que realizara en Colombia en 1930. William W. Renwick, agente del National City Bank en muchos países latinoamericanos y representante fiscal en El Salvador, manejó los problemas de la administración de aduanas para la Misión Kemmerer en Chile en 1925 y más tarde en Colombia en 1930. Henry H. West, quien también había trabajado con asesores financieros norteamericanos en Perú y con firmas norteamericanas dando créditos a Bolivia, vino a desempeñarse como Secretario de la Misión. Frank Whitson Fetter actuó como secretario de Kemmerer. Una vez establecido en Chile, la Misión también empleó a G. Van Zandt, profesor de Ingeniería de la Universidad del Sur de California, como asesor en ferrocarriles. Además, el gobierno huésped aportó un buen número de abogados, contadores, traductores y oficinistas nacionales.

Cuando visitaron Chile entre julio y octubre de 1925, los ocho miembros de la Misión recibieron un caluroso respaldo proveniente de todos los sectores políticos y sociales. En algunas oportunidades, multitudes en las calles aclamaron a Kemmerer como “el segundo salvador de Chile”. Nadie se opuso abiertamente a la Misión, aunque muchos banqueros, grandes terratenientes y ciudadanos ingleses residentes no se mostraban entusiasmados[22].

Mientras la Misión evadió las discusiones públicas, Kemmerer, manteniendo excelentes relaciones de trabajo con los funcionarios gubernamentales chilenos, no dejó dudas acerca de la aprobación de sus proyectos. Inmediatamente después de la llegada de la Misión a Chile, Alessandri prometió promulgar cualquier ley bancaria o monetaria redactada por ella. Al mismo tiempo, Kemmerer se dio cuenta que la puesta en marcha de sus reformas dependía efectivamente del respaldo unificado de las Fuerzas Armadas, las cuales “notificaron al gobierno que toda medida recomendada por la Misión Kemmerer debía ser aceptada sin enmienda”. Tal como observó un periódico cuando las tropas saludaron al tren en que llegó Kemmerer: “La presencia de todos esos militares en la estación es como una advertencia al país entero que ellos no permitirán obstrucciones al progreso del gran financista...”[23].

Después de permanecer poco menos de dos meses en Chile, Kemmerer entregó sus recomendaciones que había guardado celosamente. La Misión sugirió medidas detalladas para la creación de un Banco Central, el establecimiento del padrón oro, medidas bancarias generales, instrumentos negociables y seguros comerciales. También sugirió cambios en los créditos de comercio, de minería y civil. Para las reformas fiscales, la Misión presentó proyectos sobre el presupuesto, una contraloría general y contabilidad estatal, ferrocarriles nacionales, deudas públicas, una oficina de impuestos internos e impuestos a los ingresos, bienes raíces, estampillas y papel sellado, tabacos, espectáculos públicos e hipódromos, clubes de socios y sobre exportaciones de minerales de hierro. Una remodelación económica de tal magnitud también permitió a Kemmerer aconsejar modificaciones menores en las distintas áreas financieras de la nueva Constitución que se estaba redactando en 1925. Antes que la Misión abandonara el país, Chile, virtualmente, puso en ejecución todas las recomendaciones de legislación mencionadas sin revisiones serias[24].

Tan pronto como Kemmerer completó su trabajo, Alessandri renunció. Entonces los votantes eligieron a un presidente conciliatorio pero falto de brillo (Emiliano Figueroa Larraín), quien sirvió desde 1925 a 1927, hasta que el verdadero poder detrás del trono —el coronel Ibáñez—, tomó el cargo directamente. Fortificando el sistema de Kemmerer, Ibáñez gobernó sobre un festival de préstamos externos y prosperidad interna hasta que su gobierno zozobró por la Gran Depresión en 1931.

Introducción | ¿Por qué Chile invitó a Kemmerer? | La misión Kemmerer | El Banco Central y el patrón oro de Kemmerer | Los resultados de la estabilización de Kemmerer | La gran depresión | Notas | Versión de impresión

 




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