Volumen 2, Nº1 Agosto de 2005

Historia, memoria, escritura. Etnografía de una lectura: Methodus ad Facilem Historiarum Cognitionem

 

[Introducción]

Jean Bodin Angevin (1530-1596) publicó, en 1566, una obra llamada Méthode pour faciliter la connaissance de l’histoire[1], en latín Methodus ad facilem historiarum cognitionem, cuyo texto definitivo apareció en 1572. Según la información encontrada, en ese momento Bodin era un abogado del parlamento de París, un terreno minado de discusiones teológicas e historiográficas asociadas al cisma de la Iglesia Católica en el siglo XVI. Esto es, en un período de resignificación de la lectura del libro de Dios y de apropiación de la interpretación de la Historia por los hombres.

¿Es pertinente decir que fue uno más de la larga lista de abogados y jurisconsultos que se preocuparon y preocupan por la historia?, ¿qué era la historia en ese momento, qué se entendía por tal, cómo se la valoraba, qué requisitos había que cumplir para escribirla o dedicarse a su estudio?

En la introducción a su texto, Bodin señala que su propósito fue definir cuál era el tipo de saber que necesitaba un jurisconsulto para ejercer su trabajo --distinguir el bien del mal en todo lo humano--, para así poder concluir cuál era el mejor gobierno de los hombres. La relación entre derecho e historia está dada, para Bodin, porque sólo la historia, como maestra de la vida, puede proporcionar los ejemplos de virtud que sustentan cualquier ética jurídica. Por medio de la reunión de las leyes de los antiguos en la historia, obtenían ejemplos de lo mejor del derecho universal:

“porque ella permite reunir las leyes de los antiguos dispersas aquí y allá, para operar aquí la síntesis. Y, en realidad, lo mejor del derecho universal se atrapa en la historia, si se piensa que allí se encuentran elementos importantes para la apreciación de las leyes, a saber las costumbres de los pueblos, sin contar el origen, el desarrollo, el funcionamiento, las transformaciones y el fin de todos los asuntos públicos, es decir el principal objeto de este método”[2].

La historia tiene utilidad para las cuestiones públicas, que en el debate de la época se centraba en la cuestión de la república. Blandine Kriegel sitúa el texto de Bodin en la controversia jurídica del siglo XVI sobre el lugar de las leyes y del elemento histórico en la cuestión de la soberanía en el contexto de las guerras de religión. Para Kriegel, en la historiografía de ese momento se dio una doble dirección, una prospectiva que tendía a la construcción de nuevos datos del derecho político de Francia, y una segunda de dirección “histórica”, y en perspectiva, hacia las costumbres y una nueva interpretación de la feudalidad. Bodin estaría en la primera. Su Método es tanto un ejemplo de reflexión sobre el conocimiento de la historia, como una ocasión para modificar el concepto de imperium (debatiendo con el jurista Alciat, fundador de la Escuela de Burgos a la que el propio Bodin perteneció), de transformar completamente la doctrina del poder al definir los atributos de la soberanía en una esfera civil y otra política[3]. Bodin rechaza la idea de un derecho universal basado en la romanidad porque ese derecho estaba caduco, cada pueblo tenía las leyes que le convenían. Su ataque se dirigió, específicamente, a los conceptos aristotélicos de ciudadano, ciudad, república y soberanía que no distinguían entre lo civil y lo político. Los magistrados, para él, no encarnaban a los ciudadanos y la soberanía no estaba en los consejos. Tanto la magistratura como la soberanía, decía, tienen el mismo origen, pero no es lo mismo el ejercicio del derecho que la posesión del derecho. Para Bodin, la “reflexión sobre el pasado trae entonces un propósito para el futuro”[4], en este caso, esa reflexión serviría para sustentar que la soberanía ya no estará fundada en la conquista ni en la guerra, sino que en la espada de la justicia. En la medida en que la función pública fuese esencialmente definida por la autoridad, la espada de la justicia cedería a la autoridad de la decisión legislativa obtenida en nombre del interés público por una promulgación de la voluntad soberana.

Bodin, en opinión de Kriegel, acude a la historia para fundamentar su actividad política o su compromiso con su tiempo (Jean Bodin abogado del Parlamento de París, procurador del rey a partir de 1588) y para Guy Bourdé y Hervé Martin fue un “magistrado, interesado tanto en la política como en la historia”, inscrito por ellos dentro de la categoría de historiadores geógrafos del siglo XVI[5]. Esto es, dentro de los textos sobre historia de la historiografía escritos en el siglo XX, no sería un historiador propiamente tal ya que no se estaría ocupando de la historia en sí. Pero vuelvo a las preguntas iniciales: ¿qué es la historia en el siglo XVI?, ¿quiénes son los historiadores?

[Introducción] | I. Los intelectuales y la "nueva historia" en el siglo XVI | II. De como fijar con exactitud los lugares comunes o rubricas de la historia | Notas | Versión de impresión

 




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